The full program for the IUCN Academy's Eighth Colloquium at Ghent is now available. The Colloquium will take place 14 -17 September, 2010 at Ghent University. The registration form (word - pdf) is available and is required for all participants. Information about accommodation in Ghent and various side-events is available on the website.

We will also be holding a workshop on Human Rights and the Environment: A Comparative Review. The Workshop will be a full-day event held on 13 September at Ghent University. The Call for Submissions provides an overview of the workshop and information about registration.

Por: Laura Lapalma

En el marco de la Cumbre de la Tierra, llevada a cabo en 1992, en Río de Janeiro (Brasil), se abrió a la firma de los Estados el Convenio Marco sobre Diversidad Biológica, que entró en vigor en diciembre de 1993. Hoy con 193 partes, el Convenio tiene participación casi universal. Es un tratado internacional para la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes y, a la vez, implementa ciertos mecanismos para enfrentar distintas amenazas, como el cambio climático, y posiciona a la conservación de la diversidad biológica como una cuestión de “interés común de la humanidad”, impulsando la participación plena y activa de las partes y de la sociedad civil en general.

Pero, a pesar de los esfuerzos en consensos internacionales, la problemática en cuanto a la creciente pérdida de la diversidad biológica no parece haber menguado. Según la Evaluación del Milenio sobre el Ecosistema, efectuada en 2005, las dos terceras partes de los ecosistemas del mundo están en un serio estado de degradación. Cerca del 80 por ciento de la biodiversidad mundial se encontraría en los bosques tropicales, mientras que 13 millones de hectáreas de bosques desaparecen cada año.

Está claro que existe una degradación sin precedentes de las especies, la cual ha alcanzado un ritmo que, según estiman algunos expertos, es 1.000 veces mayor a la progresión natural como consecuencia de la actividad humana, con proyecciones de que empeore, a pesar de los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Objetivo Nº 7).

Es así que, durante el próximo mes de octubre, la ciudad de Nagoya (Japón) será sede de un evento de importancia internacional: la Décima Reunión de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (a realizarse entre los días 18 y 29).
Esta cumbre tiene una singularidad. El eje central del debate será la problemática de la pérdida de diversidad biológica en el contexto urbano. Un debate que viene sucediéndose desde hace varios años. También se replanteará la creciente urbanización del planeta, el rol que cumplen las ciudades, sus actores sociales y las autoridades locales en la conservación de la biodiversidad, además del necesario compromiso del cumplimiento del Convenio, en el marco de la planificación urbanística estratégica.

Es decir, se pretende colocar a las ciudades en un rol activo en cuanto a la lucha contra la creciente pérdida de la biodiversidad. La preocupación por ello se vio plasmada en distintos encuentros internacionales, que son los antecedentes de la próxima cumbre de Nagoya. Entre ellos, la Reunión de las Ciudades y la Diversidad Biológica que se llevó a cabo en Curitiba (Brasil) en 2007, seguida por la Conferencia de Alcaldes, en Bonn, durante el año 2008, y luego en la COP – 9, a través de la decisión IX/28, que creó un índice de la diversidad biológica en las ciudades como herramienta de autoevaluación de los gobiernos. Además, en enero del corriente año, Curitiba volvió a ser anfitriona de lo que fue la Segunda Reunión sobre las Ciudades y la Diversidad Biológica, donde se adoptó la Segunda Declaración de Curitiba sobre “Autoridades Locales y Diversidad Biológica”.

En la próxima Cumbre de Nagoya culminará el Año Internacional de la Biodiversidad, creado por la ONU para difundir la importancia de reducir significativamente -y de forma urgente- el ritmo de pérdida de biodiversidad en el planeta. Bajo el lema “La biodiversidad es vida. La biodiversidad es nuestra vida” la intención de la ONU subraya la necesidad de acciones a escala local para proteger la naturaleza.
Está previsto que acudan 500 participantes, entre representantes de la sociedad civil (a través de distintas ONGs), de autoridades locales y los Estados Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, además de representantes de la comunidad científica (expertos en diversidad biológica urbana) y otros de diferentes programas de las Naciones Unidas.

La elección de la sede no es casual. La ciudad nipona de Nagoya (capital de la prefectura de Aichi), es una moderna urbe (hoy centro de la potente industria automovilística japonesa) que tiene el mérito de haberse levantado después de su destrucción total durante la II Guerra Mundial.

Existen ciertos indicadores que denotan una política medioambiental de avanzada: alrededor del 25% de la ciudad está conformada por bosques, y tanto en el entramado ecosistémico de agua, aire y tierra, se advierten cerca de 3.000 especies animales y aproximadamente un millón de especies vegetales.

Para ello, el gobierno local ha ejercido gran liderazgo: planes urbanos tendientes a preservar y aumentar la riqueza biológica, parques y distintos espacios verdes, huertas urbanas y un complejo sistema de reciclaje del agua.

Aunando esfuerzo y sometiendo a discusión la emergencia ambiental del planeta de estos tiempos, la Cumbre pretende continuar la discusión iniciada en su similar del Cambio Climático celebrada en Copenhague (Dinamarca), en diciembre de 2009.
De todo lo reseñado se desprenden la importancia y trascendencia que tiene el accionar de los gobiernos locales y de sus actores sociales que, si bien representan una pequeña escala en un ámbito tan amplio, la suma de todos los esfuerzos singulares bien pueden llegar a potenciar y vitalizar el objetivo de preservar la biodiversidad del planeta, creando una sinergia que devendría en una más que positiva acción a nivel internacional.

I want to bring to your attention the Youth Accord on Biodiversity that networks of young environmentalists all over the world have worked together to prepare.

The Youth Accord is the voice of youth on the subject of biodiversity. It's the (low-carbon) vehicle for taking our voice loudly and clearly to international leaders at the Convention of the Parties COP10 on biodiversity to be hosted in Japan in October.

Three things that YPG-ers might like to do:

  1. sign the Youth Accord -- easily accomplished online at: http://biodiversitymatters.org/
  2. distribute the link to all your networks and ask them to sign up
  3. and why not volunteer to translate the Accord into a language not yet on the website?

For those of you keen to select option 3, stay your enthusiasm for just a moment and first let me know-- I already have some translations in motion that are not yet online.


Youth Accord

Our Vision
Biodiversity, as we understand, is the variety of life we find on Earth, and the natural patterns it forms. It’s the variability among all living organisms and the ecosystems they inhabit. Biodiversity is the common thread that connects all species on our planet. Future generations will be most negatively affected by the unnatural loss of biodiversity. We are taking action now in accordance with chapter 25 Agenda 21 to protect and sustain biodiversity. We, the youth, envision that biodiversity will be protected to sustain global ecosystems and life on our planet, now, and in the future.

Our Expectations
The voice of the youth must be incorporated into the Convention on Biological Diversity in order to sustain and promote all initiatives in future generations. Youth have an important role in protecting biodiversity and continuing sustainable practices. We do this through social networks that span the globe, we are community leaders and powerful advocates, we are acknowledged as significant decision makers in the global market, and we bring a new outlook on the challenges that face our society. However, governments have the ultimate responsibility in saving and maintaining biodiversity. International cooperation is vital for continued survival on this planet. Those who disrespect or break ecosystem management laws should be held accountable for their actions. Therefore, in support of youth, biodiversity, and our future, our governments must:

  • Recognize youth’s contribution in the protection of biodiversity.
  • Provide funding for educational programs on the value of and need for biological diversity.
  • Incorporate the voice of youth in decision-making through, for example, supporting youth delegates and sharing information with youth networks.
  • Craft programs to engage youth in the implementation of the Convention in meaningful ways.
  • Incorporate natural infrastructure values in decision-making concerning land use and practices.
  • Establish a carbon, water, and environmental impact footprint for all countries.
  • Set a defined target date to stop the preventable loss of biodiversity.
  • Instill laws and regulations to protect against the loss of biodiversity.
  • Implement sustainable development practices in all areas.
  • Include urban areas, subterranean, and arctic lands in thematic programs.

Our Commitment
To realize our vision, we the undersigned commit ourselves to applying our knowledge, expertise and resources to sustain and promote biodiversity. We also commit to measuring the success of our joint efforts and we will report back to you on an annual basis.


Rakhyun Kim is a PhD scholar in the Fenner School of Environment and Society at the Australian National University. He holds a Master of Environmental Law (First Class Honours) (in addition to his Master of Science) from the University of Auckland Faculty of Law. He has been a junior member of CEL since 2007, and joined the CEL YP Group in 2009. He is also an Earth system governance project research fellow.


His research interests lie in the issue of the fragmentation of international environmental law and governance, and adopts systems and resilience thinking as a theoretical framework. Empirically, he focuses on the interlinkages and interactions between the climate change and biodiversity treaty regimes.

María Eugenia D'Angelo is a lawyer and member of the CEL YP Group since 2009. She is close to obtain a master degree on environmental law and protection of the cultural heritage by the Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina) and the Université de Limoges (Francia).


She is actually living in Mendoza but preparing to leave soon to France, where she will be working with an NGO in issues related to the protection of the environment and the promotion of interculturalíty.


María Eugenia D'Angelo es Abogada y miembro del Grupo de Jóvenes Profesionales del CEL desde el 2009. Actualmente está culminando una maestria y especialización en derecho ambiental y tutela del patrimonio cultural avalada por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina) y la Universitè de Limoges (Francia).


Actualmente reside en Mendoza pero está preparándose para viajar a Francia, en donde trabajará con una ONG en temas vinculados a la protección ambiental y la promoción de la interculturalidad entre -justamente- las culturas en peligro, por ej. es el caso de los Guaranies, Kollas, Mapuches, etc.).
Para contribuir a la reflexión y debate en torno a la Cumbre de Copenhague, Eugenia nos ofrece el siguiente artículo:
Cumbre de Copenhague: El planeta ¿seguirá esperando?
La XV Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (conocida como COP 15 o Cumbre de Copenhague), llevada a cabo en dicha ciudad de Dinamarca a principios del mes de diciembre pasado, tuvo por objeto actualizar el Protocolo de Kyoto firmado en 1997, el cual cuenta con vigencia hasta el 2012; e intentar lograr un consenso de políticas internacionales ante la emergencia ambiental mundial que estamos viviendo y la urgente necesidad de mitigar los efectos del Cambio Climático.

Justamente, en esta Cumbre estaban puestos los ojos de todo el mundo ya que de la misma dependía en gran medida el futuro del planeta. Esto, aunque parezca una exageración no es tal, debido a que los Gases de Efecto Invernadero (G.E.I.) ocurren a mayor velocidad que nunca, por lo que Copenhague era fundamental para establecer un plan de acción mundial práctico y efectivo en pos de aminorar los efectos del cambio climático, aprovechando una oportunidad única para lograr que la comunidad internacional pudiera formular una estrategia incluyente, justa y equitativa, en la que el principio precautorio evite daños irreversibles.

La Cumbre de Copenhague, para algunos, ha sido un “éxito político” ya que de la misma han participado 115 Jefes de Estado o de Gobierno. No obstante, desde el punto de vista ambiental, no ha llegado a colmar las expectativas que, a nivel mundial, se habían depositado en la misma.
Esto se debe en gran medida a que, como resultado del encuentro, E.E.U.U., Brasil, China, India y Sudáfrica han realizado el llamado “Copenhaguen Accord” (Acuerdo de Copenhague), el cual está abierto a la firma de los países participantes del encuentro.

Es dable aclarar, que para que dicho texto fuera adoptado como acuerdo oficial de las Naciones Unidas, era necesaria la aprobación de todos los Estados que participaron de la Cumbre, cuestión que, al no ocurrir, ha dejado este documento bajo la estructura legal de un mero “acuerdo”, lo que implica que en caso de incumplimiento por parte de alguno de los países firmantes, no tiene fuerza vinculante per se.

Esto ha desatado la crítica de numerosos países y organizaciones no gubernamentales ambientales, ya que el mismo no ha significado ningún avance en materia de mitigación de G.E.I. sino que, por el contrario, podría decirse que ha implicado un retroceso. Esto porque si bien establece que el objetivo de la acción global debe ser que el incremento de la temperatura sea inferior a los 2°C, no especifica cuál es el punto máximo en el cual deben empezar a descender las emisiones –sólo dice “lo antes posible”-, siendo que los científicos se han encargado de dejar aclarado que el 2015 será el límite de “no retorno”.

Por lo demás, el texto no especifica mecanismos para que los países pertenecientes al Anexo 1 (principales emisores de Gases de Efecto Invernadero) reduzcan sus emisiones ni tampoco establece compromisos sobre en cuanto se reducirían. Sí queda claro que fomentarán la transferencia de tecnología y se ampliarán los mecanismos de REDD-plus (United Nations Collaborative Programme on Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation in Developing Countries). Esto último, para ciertas ONG’s ambientales, supone el empeoramiento de las condiciones de vida de las comunidades originarias y los pequeños campesinos ya que, implicaría la dedicación de espacios al monocultivo de árboles y transgénicos para biocombustibles, por ejemplo, en lugar de efectuar políticas tendientes a la protección de los bosques nativos que día a día se degradan. Esto generaría, en definitiva, un mayor acaparamiento de tierras por parte de grandes empresas multinacionales, lo cual, es sabido, conlleva al éxodo de sus pobladores a los cordones de pobreza de las grandes ciudades e indefectiblemente, al hambre.

Sea como fuere, en el documento mencionado se establece la creación de un Fondo Multilateral que estará conformado por 30.000 millones de dólares para los próximos tres años y otro fondo que a partir de 2020 debe aportar 100.000 millones de dólares anuales.

Debemos igualmente aclarar que Secretario General de las Naciones Unidas –Ban Ki-moon- ha reconocido dicho acuerdo y ya se ha expedido sobre la necesidad de lograr un tratado internacional vinculante que contemple esta problemática, durante el presente año.

La CEPAL ya ha manifestado que, en caso de no lograrse un acuerdo internacional para mitigar los efectos del Cambio Climático, el costo para América Latina y el Caribe podría equivaler hasta el 137% del PBI regional actual, para el 2100. Estas estimaciones se basan en el cálculo de 15 países (Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay); los cuales serían los más propensos a sufrir las consecuencias del calentamiento global.

En lo que respecta a nuestro país, establece que, junto con Uruguay y Chile, si la temperatura aumentara entre 1,5ºC y 2ºC en el período 2030-2050, los efectos serían positivos. Sin embargo, si se traspasa este umbral de temperatura, los efectos serán negativos.

En definitiva, queda claro que la Cumbre de Copenhague si bien ha puesto de manifiesto que todos los representantes de los países presentes evidencian y entienden la preocupación por la inmediata reducción de los efectos del cambio climático –al menos en forma aparente-, siguen prevaleciendo los intereses individuales económicos de cada uno por sobre la preocupación por el ambiente; dicho de otra manera, el sistema capitalista de consumo por sobre un nuevo sistema basado en la protección de los recursos naturales y en el entendimiento cabal de que de no adoptar este último no seremos capaces de dejarles a nuestros herederos un mundo realmente habitable. Lamentablemente, hemos dejado pasar una oportunidad histórica de poner coto e intentar resolver esta cuestión, dándole, nuevamente, la espalda a nuestro planeta… que sigue esperando.




The Economics of the Yasuní Initiative

Climate Change as if Thermodynamics Mattered

By Joseph Henry Vogel, With a Foreword by Graciela Chichilnisky


During COP15 United Nations Climate Change Conference Copenhagen 2009 and for a limited period thereafter, this book will be made available free of charge online, with free downloads, for non-commercial purposes (using Creative Commons licences).



CLICK HERE TO DOWNLOAD EBOOK


Description´
Lively, ethical, and humorous: the perfect counterpoint to the economics-as-usual approach to climate change
- Climate change as ‘cost-shifting success,’ and now restitution through the Yasuní Initiative.

- A ‘page-turner’…perhaps the first in the economics of climate change and conservation.

- A delicious side dish or perhaps the main course for the transdisciplinary syllabi on climate change.


Climate change lends itself to both political economy and humor. Vogel argues that mainstream economics fails to recognize the thermodynamic nature of climate change, thereby missing the point of Northern appropriation of the atmospheric sink. The switch to thermodynamics brings into focus the legitimacy of a ‘carbon debt’ that starts to tick with the first report of the IPCC in 1990. Through the lens of economic theory, the understandable intransigence of poor countries to assume the ‘cap’ in ‘cap and trade’ is a distortion to the economic system. But by that same economics, one distortion can justify another – and that other distortion is the payment Ecuador seeks for not drilling in the Yasuní Biosphere. Heeding the call of Deidre (formerly Donald) McCloskey that economics needs more humor, Vogel has written a piercing critique of economics-as-usual which also entertains.


Readership: Students from secondary through tertiary, as well any engaged reader interested in science, policy, and humor.


Contents

Prologue by José Manuel Hermida; Foreword by Graciela Chichilnisky; Introduction; Acknowledgments; Abbreviations; Chapter 1: Thermodynamics: The Language Chosen Defines the Debate; Chapter 2: The Tragedy of the Commons: A Class of Problems that has no Technical Solution; Chapter 3: The Willful Ignorance of Realpolitik: Market Failure or Cost-shifting Success?; Chapter 4: The General Theory of Second Best: A Rigorous Justification for an Intuitively Just Proposal; Chapter 5: Through the Bottleneck of a Cowboy Economy: Financing Shovel-ready Projects; Conclusions: Reason for Hope and Despair; Appendix: Annotated YouTube Filmography; Notes; Index


About the Author´

Joseph Henry Vogel is Professor of Economics at the University of Puerto Rico-Río Piedras and serves on the International Tribunal of Climate Justice.Graciela Chichilnisky has worked extensively in the Kyoto Protocol process, creating and designing the carbon market that became international law in 2005.

In the last post, Rakhyum Kim, member of the steering committee of the Group of YPs offered two books which he considered as "must-reads" for environmental lawyers:

Wild Law by Cormac Cullinan and The Principle of Sustainability by Klaus Bosselmann.

Following with this initiative we request all of you to share information on those books that have inspired you or that have been extremely useful during your career as an environmental lawyer.